Comisariada por Francisco Carpio
“El paño invisible”, una muestra monográfica que recoge su obra realizada en los últimos tres años y que se inscribe dentro de su proyecto de largo recorrido “Apuntes para una etnografía del mundo del arte”. Asimismo, este proyecto expositivo se enmarca como resultado de la obtención por parte de la artista del 1º Premio del Certamen de Dibujo Gregorio Prieto de 2019.
El trabajo artístico de Belén Mazuecos se sitúa en líneas generales en el campo del dibujo y la pintura expandida, con ramificaciones hacia el arte objetual, las instalaciones y las intervenciones site specific, una práctica mestiza y multidisciplinar en la que la dimensión autobiográfica juega un importante papel.
Dentro de este contexto, en el que su propia historia personal y sus experiencias dentro del mundo del arte impregnan sus creaciones, su trabajo reciente se enfoca en el dibujo y la pintura y la exposición que ahora presenta supone una inteligente y pertinente propuesta plástica que se articula y formaliza alrededor de algunos de los principales actores del peculiar hábitat del arte contemporáneo. Figuras como los conservadores de museos, críticos, galeristas, coleccionistas y, sobre todo, comisarios se erigen en las auténticas estrellas de este nuevo star-system. Se muestra así a través de sus obras, empleando igualmente grandes dosis de lúcida y crítica ironía, un singular y plural desfile iconográfico: Personas disfrazadas de osos panda. Cajas de embalaje para el traslado de obras de arte rotuladas con frases como: artista emergente frágil; ready made artist; export; artista fragile handle with care. Cabezudos. Máscaras. Estatuas clásicas. Cortinas con motivos de camuflaje. Sonrientes mujeres contorsionistas. Olas. Seres-peces. Señoritas-cocodrilo. Elegantes hombres-cíclopes. Ambiguos letreros señalizadores. Focos. Fondos decorados. Mejillones… Personajes que vienen a simbolizar, como metáforas visuales, la fragilidad y precariedad del mundo del arte contemporáneo.
Desde un prisma formalista y técnico, esta exposición, compuesta de un total de 37 piezas, ha sido construida con un económico espectro de recursos expresivos cifrados en el uso del dibujo de carboncillo sobre papel y de la pintura con acrílicos sobre papel y lienzo. Una reducción de medios que potencia con el empleo del blanco y el negro, eso sí con sus infinitos matices grises, actuando como generadores de las distintas soluciones cromáticas planteadas, lo que también nos sugiere una especie de escritura, una caligrafía plástica, enérgica y dinámica que le sirve para componer las líneas maestras de su relato.
Junto a esta peculiar “fauna”, representando diferentes estratos de jerarquización artística, Belén Mazuecos nos propone también otros modelos que aportan una gran riqueza conceptual, como son la presencia del disfraz y de la máscara, lo que conscientemente nos conduce hacia una idea del mundo, y por tanto del arte, como espectáculo y camuflaje.